viernes, 18 de septiembre de 2009

Cinco minutos


Eso es lo que he durado delante de la caja tonta viendo le undécima edición de ese vómito televisivo llamado Gran Hermano. Cinco minutos. Me han entrado náuseas, mareos, y una súbita y profunda tristeza por lo que se está haciendo desde la televisión a la educación en este país. Y me hierve la sangre. No puedo más que remontarme a mi entrada del otro día, la relacionada con el cargo de "autoridad pública" a los maestros. ¿Es realmente necesario? ¿Es esa la educación que queremos para nuestros hijos? Desde aquí, desde donde nadie me oye, lanzo una llamada a la sensatez.

Pretendemos imponer mano dura en las aulas cuando la televisión nos está bombardeando con insubordinación, deshonra, y, sobre todo, falta de disciplina. Hay estudios que demuestran que las señales mezcladas confunden y alienan a las mentes jóvenes, que no saben separar los conceptos. Hace falta disciplina en la juventud, una disciplina que no se consigue en Gran Hermano, ni en Pekín Express, ni en Saber y Ganar tampoco, ojo. Y no la van a encontrar en esa manipuladora que espolea a los concursantes.

Estoy triste... y desesperado por no poder hacer nada al respecto. Pero puedo asegurar una cosa a las dos personas que con suerte leerán estas palabras: como decía aquel de Ítaca, "yo soy nadie". Y nadie podrá cambiar las cosas. Os lo aseguro.

1 comentario:

  1. Gran y valeroso caballero por ser capaz de soportar cinco eternos minutos ante esa aberración de programa. Espero paciente que un caballero andante haga algo contra ello, pero reconozco que a mí tampoco se me ocurre qué. Yo soporté entre 1 y 2 minutos, tanto por el miedo como por el asco!

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