domingo, 30 de agosto de 2009

Las vacaciones se acaban

La sequía de noticias que asola el panorama televisivo durante los meses de estío es asombrosa. Se ve que las vacaciones son para todos por igual: asesinos, violadores, etarras, políticos, científicos, figuras culturales... Los únicos que no descansan son los de la SGAE, pero, como decía el bueno de Michael Ende, esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

El caso es que la mencionada sequía se acentúa según va avanzando el verano, encontrando desde hace algunos días apenas unas referencias al calor que hace (gracias televisión, ya no tengo que mirar por la ventana), a los incendias que asolan la otra punta del mundo y a las viejecitas que meten la cabeza en la fuente de la plaza. Hoy, 30 de agosto, los informativos han atacado con una nueva arma: la vuelta al trabajo. Se acaban las vacaciones, y parece que a los titiriteros de esta sociedad les interesa mostrar rostros taciturnos e injurias hacia un jefe sin nombre, jefe de todos, que, en algunos casos, seguramente lleva un par de días ya currando. Lo más gracioso es que el final del reportaje, invariablemente, muestra a un par de afortunados que comienzan sus vacaciones ahora, tal vez para potenciar aún más ese recelo, esa depresión post-vacacional (¡hasta le han puesto nombre!) que se asienta en las apesadumbradas mentes del pobre currito.

Francamente, después de ver lo que en este país significa "vacaciones", estamos mejor sentaditos en nuestro cubículo de oficina. Si alguno de vosotros ha seguido los noticieros durante este verano, se habrá dado cuenta de lo que digo: nos han dicho que tenemos que sentir compasión de un par de mendrugos que han sido lo suficientemente imbéciles como para ponerse delante de un toro; nos han guiado hacia las mejores discotecas donde poder enseñar las tetas; nos han mostrado las delicias de las mejores playas del país. Pero ahora se acabó todo eso, y volvemos al trabajo. Y la depresión no es por eso. El problema es que asociamos la vuelta al trabajo a otras cosas. Volvemos a la corrupción política, volvemos a los atentados, volvemos a los malos tratos, volvemos a Gran Hermano, volvemos a toda la mierda que respiramos aquí.

No lo digo con desprecio, conste. Pero el tiempo pondrá a todos en su sitio, imagino (espero). El curso comienza en breve, y yo me he preparado de sobra para no sufrir esa depresión post-vacacional de la que hablan (qué peligroso es ponerle nombre a las cosas). Y os animo a todos, que las cosas no son tan malas. Todo es, como dice Joey, "a moo point"


Me presento


¡Hola a todos! Mi nombre es Kotoba. Sí... bueno, es raro, lo sé. Pero he tenido que decidirme por este término. Es japonés, y significa "palabra". Si tenéis que preguntarme, ciertamente no hay vocablo que pueda definirme mejor ahora mismo, pues eso es lo que soy: una palabra, sin más significado, significante o connotación. Nací hace poco tiempo, y aún no tengo forma definida ni entrada en diccionario alguno, y por eso es por lo que estoy aquí. Me han mandado encontrar mi sitio (así sin más, y me sueltan por las buenas), y decidí dar un paseo para ir haciéndome una idea de lo que me espera ahí fuera. No conozco a todas mis hermanas... no todo lo bien que debería, al menos. Supongo que podría empezar por ahí.

Por suerte o por desgracia, me ha tocado una época en la que la tecnología es vasta (y en ocasiones basta), y la información viaja a una velocidad impresionante. Como yo aún no tengo forma ni sustancia, no lo tengo tan fácil para transportarme por vías como internet, ni siquiera puedo ser pronunciada por humanos... es un poco descorazonador. Haré todo lo que esté en mi mano para crecer y ser una buena palabra. Sin más, de momento, me despido.

A todos, un saludo.

Kotoba.