De nuestra afamada serie "por qué el de la RAE es un mal diccionario", hoy presentamos el capítulo 56:
CÓMO NO MARCAR EL GÉNERO
Comencemos por lo básico: ¿qué es el género? Para empezar, el género NO es el sexo. Esto es importante, ya que cuando hablamos de cuestiones de "género", evitando la consabida palabra tabú de cuatro letras y una X, incurrimos en una grave falta de discriminación. Ejemplo:
En mi barrio hay una peluquera que se llama Marieta. Pero como es la única peluquera del barrio, nadie puede cortarle el pelo a ella, así que nosotros la llamamos "Pelos". Un día, el marido de Pelos llega borracho a casa y le da una paliza. La mujer se pone en contacto con el 016 y dice, en un alarde de familiaridad y cercanía, que se llama Pelos. La señorita del otro lado de la línea se queda callada y le dice que no puede ayudarla. Estupefacta, la peluquera pregunta que por qué, a lo que la señorita operadora responde que aunque su sexo sea femenino, nosotros nos encargamos de cuestiones de género, y como "Pelos" es de género masculino, no podemos ayudarla, ¿eh? Llame a Bibiana Aído, a ver si ella o ello puede ayudarla.
En fin, aunque el ejemplo sea más cómico que otra cosa, lo que quiero decir es que la diferencia entre vagina y pene está marcada por el sexo, no por el género.
El género es la marca gramatical que sirve, entre otras cosas, para diferenciar sexos. Pero no solo. También sirve para marcar diferencias de tamaño (cubo frente a cuba), árbol y fruto (manzana frente a manzano) o de colectividad (un leño frente a la leña, que es el conjunto de leños). Por otra parte, no todas las diferencias de sexo vienen marcadas por el género gramatical. De este modo, tenemos estudiantes, jirafas, azúcar o mapas, con peculiaridades en las que ahora no voy a entrar.
El caso es que para marcar género, en castellano empleamos morfemas flexivos, tales como -o, -e para masculino y -a para femenino. Tenemos, de este modo, fresc-o, tenient-e o sill-a. Vamos a quedarnos con estos, aunque habría muchos más, ya sabéis, como sacerdote/sacerdotisa o actor/actriz. Respecto a este último, parece que la RAE se ha propuesto hacerlo desaparecer:
En otro capítulo trataremos las poco afortunadas decisiones de la RAE a la hora de elaborar sus definiciones, pero quede claro lo siguiente: una actora es un hombre que exagera. Ea. Pero fijémonos bien en esta palabra. ¿Alguien nota algo raro? Voy a poner otro ejemplo más claro:
Efectivamente, amigos: para la RAE, el morfema flexivo no es -a, sino -ra. Por eso marcan soltero,ra. Se ve que dejar solo una "a" después de la coma quedaba feo.
En fin, por hoy lo dejamos aquí. Otro día analizaremos por qué la entrada correspondiente a "sacerdote" es tan larga, y la correspondiente a "sacerdotisa" solo dice "Mujer que ejerce el sacerdocio". Pero eso será en otro capítulo de...
POR QUÉ EL DE LA RAE ES UN MAL DICCIONARIO
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